El desastre previsto sucedió y nos arrojó al suelo. Perdimos la consciencia. Muy lentamente empezamos a movernos, como recién nacidos, con mucho cuidado de no dañar la naturaleza, de no dañarnos. Conectamos unos con otros, y juntos buscamos líneas naturales de desarrollo… hasta encontrar un territorio desde el que partir por primera vez.

Este proyecto surgió al cabo de diez días de creación con un grupo de 10 bailarines y se presentó en la Ventana de la Danza 2011, en el patio central de Conde Duque. Tras su presentación la compañía recibió del Teatro Nacional de Chaillot y el Festival parisino Quartier d´Été una invitación para coproducir la pieza con 70 bailarines en la capital francesa. La compañía, en su afán por seguir trabajando y desarrollando todos sus proyectos en Madrid, ha procurado llevar a cabo la primera fase del trabajo y ensayos en su ciudad sede, para culminar con una representación pública de iguales características que la que se efectuará en París.

El cuerpo de baile lo formarán 70 voluntarios de edades comprendidas entre los 16 y los 99 años, es decir gente de todas las edades y condiciones que en algún momento de su vida hayan tenido o sigan teniendo contacto con la danza y que estén por tanto interesadas en trabajar junto a Sharon Fridman en un proceso de 12 días de creación. Esta amplitud generacional pretende crear un reflejo de la sociedad.
El proyecto está impulsado por los apoyos del Centro de Danza Canal, la Comunidad de Madrid, el festival Quartier d´Été, el Théâtre National de Chaillot y Matadero Madrid.

Esta composición explora el fenómeno del nacimiento desde una perspectiva global, volviendo la atención a los procesos esenciales dados en la naturaleza, escuchando nuestro lugar más inmediato en ella, sin ánimo de control ni dominio, y basándonos en la utilización de herramientas naturales: cuerpos, voz, viento, luz solar…

Un nacimiento filosófico y existencial, inspirado en nuestra realidad y relación con el universo, un brote de nuevas formas tras haber llegado al umbral de la inestabilidad, atravesando múltiples estratos y bifurcando desde otra consciencia.

Nos movemos en distintos planos: biológico-botánico-ecológico… las formas físicas que emergen en la composición son y nos recuerdan Naturaleza, nos construimos a través de herramientas ecológicas, procurando escuchar el sentido de la realidad natural, y encontrando nuestro lugar para existir desde el respeto y la comprensión. Como el rizoma, el tallo subterráneo, que cuando es roto o interrumpido puede recomenzar, puede reconstituirse desde cualquiera de sus líneas.

Esta pieza puede nacer y conectarse en cualquier espacio, llenando los vacíos, creciendo, como la hierba, entre y en medio de las cosas.